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Andragogía y mentoring: modelo pedagógico y modelo andragógico

10.06.2016
10.06.2016
concepto Andragogía y mentoring: modelo pedagógico y modelo andragógico
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El modelo Pedagógico

Puesto que este es el modelo que todos hemos conocido conviene revisar los supuestos sobre los que está establecido para a partir de ellos comprender mejor las diferencias con el andragógico, que exploraremos después.

El modelo pedagógico asigna al maestro la responsabilidad completa para tomar todas las decisiones acerca de lo que será aprendido, cómo será aprendido, cuándo será aprendido y la verificación de si ha sido aprendido. Es una educación dirigida por el maestro, que deja al aprendiente en una situación de sumisión en la que deberá seguir las instrucciones del maestro. Por lo tanto, está basado en los siguientes supuestos nucleares respecto de los aprendientes:

  1. La necesidad de saber. Los aprendientes sólo necesitan saber que tienen que aprender lo que los maestros enseñan si quieren aprobar y pasar al curso siguiente: No necesitan saber cómo lo que aprenden se aplicará en sus vidas.

  2. El auto-concepto del aprendiente. El concepto del maestro sobre el aprendiente es el de una personalidad dependiente. Por ello el auto-concepto del aprendiente llega a convertirse en el de una personalidad dependiente.Conforme los individuos maduran su necesidad y capacidad para auto-dirigirse, para utilizar su experiencia en aprender, para identificar su propia disposición a aprender, y para organizar su aprendizaje relacionado con sus problemas vitales, se incrementa de forma constante desde la infancia hasta la pre-adolescencia y después ese incremento es exponencial hasta la adolescencia.Dicho de otra forma, se va creando una brecha creciente entre la necesidad y capacidad de auto-dirección que se desarrolla orgánicamente en el individuo en su proceso de maduración durante esa época de su vida y la que la cultura (hogar, escuela, instituciones religiosas y públicas) permite o faculta. El resultado es un incremento de la tensión, resistencia, resentimiento y, a veces, la rebelión del aprendiente.

  3. El rol de la experiencia. La experiencia del aprendiente es considerada de escaso valor como recurso de aprendizaje, la experiencia que cuenta es la del maestro. Por tanto las técnicas de transmisión (clases, ejercicios, lecciones asignadas, etc.) constituyen la columna vertebral de la metodología pedagógica.

  4. Disposición a aprender. Los aprendientes llegan a estar dispuestos a aprender lo que el maestro les dice que tienen que aprender si quieren aprobar y pasar curso.

  5. Orientación al aprendizaje. Los aprendientes tienen una orientación al aprendizaje centrada en la materia o contenido. Viven el aprendizaje como una adquisición de materias. Por ello las experiencias de aprendizaje están organizadas de acuerdo a la lógica de los contenidos o materias.

  6. Motivación. Los aprendientes están motivados a aprender por motivadores externos: grados, aprobación o desaprobación del maestro, presión de los padres, etc.

 

El modelo Andragógico

Ahora que hemos revisado el modelo Pedagógico, que tan bien conocemos, exploraremos los supuestos nucleares del Andragógico:

  1. La necesidad de saber. Los adultos necesitan saber por qué necesitan aprender algo antes de comprometerse a aprenderlo. Tough (1.979) descubrió que cuando los adultos se comprometen en aprender algo por su cuenta invertirán una energía considerable en demostrar los beneficios que obtendrán al aprenderlo y, también, las consecuencias negativas de no aprenderlo. En consecuencia, uno de los aforismos en la educación adulta es que la primera tarea del facilitador de aprendizaje es ayudar a los aprendientes a tomar conciencia de la necesidad de saber. Como mínimo los facilitadores pueden plantear intelectualmente el valor del aprendizaje en la mejora de la efectividad del desempeño del aprendiente o en la calidad de sus vidas.

  2. El auto-concepto del aprendiente. Los adultos poseen el auto-concepto de sentirse responsables de sus propias decisiones para sus vidas. Una vez que han alcanzado ese auto-concepto desarrollan una necesidad psicológica profunda para ser percibidos y tratados por los demás como seres capaces de auto-dirección. Se molestan y se resisten en situaciones en las que sienten que otros quieren imponerles su voluntad. Esto constituye un problema serio en educación adulta.

    En el momento en que los adultos se encuentran con una actividad etiquetada como “educación”, “formación” o cualquier otro sinónimo, conectan con su condicionamiento de dependencia durante su etapa escolar previa, se cruzan de brazos, se reclinan hacia atrás y se dicen “enséñame”.Este supuesto de dependencia requerida y el subsecuente tratamiento de estudiantes adultos como niños por parte del facilitador crea en ellos un conflicto entre su modelo intelectual- aprendiente es equivalente a dependiente- y su necesidad psicológica más profunda de auto-dirigirse. Y la respuesta típica de tratar con los conflictos psicológicos es intentar escapar de la situación que lo causa, lo que probablemente explica en parte la tasa elevada de abandono en la educación adulta voluntaria.

  3. El rol de las experiencias del aprendiente. Los adultos llegan a la actividad educativa con una gran cantidad y diferente calidad de experiencia, comparada con los jóvenes. Por razón, simplemente, de haber tenido una vida más larga han acumulado más experiencias que las que poseían de jóvenes. Pero además han tenido una clase diferente de experiencias. Esta diferencia de cantidad y calidad de experiencia tiene varias consecuencias en la educación de adultos.Es seguro que en cualquier grupo de adultos habrá un rango más amplio de diferencias individuales que en el caso de un grupo de jóvenes, es decir, es más heterogéneo en background, estilos de aprendizaje, motivación, necesidades, intereses y metas.

    Por esta razón se coloca un énfasis mayor en la individualización de las estrategias de enseñanza y aprendizaje en la educación de adultos. También significa que para muchos tipos de aprendizaje los recursos para el aprendizaje residen en los mismos aprendientes adultos. De ahí que el énfasis en la educación adulta sea en técnicas de aprendizaje a partir de las propias experiencias de los aprendientes o “aprendizaje experiencial”, técnicas de simulación, discusiones grupales (“mentoring y coaching grupales”), método del caso, etc., en lugar de las técnicas de transmisión. También se coloca mayor énfasis en actividades de apoyo entre ellos mismos (el “buddy” o compañero).

    Pero el hecho de disponer de una mayor experiencia también presenta, potencialmente, efectos negativos. Conforme acumulamos experiencia tendemos a desarrollar hábitos mentales y presuposiciones que tienden a cerrar nuestras mentes a nuevas ideas, percepciones y formas alternativas de pensamiento –la conocida zona de confort. Por tal motivo los educadores de adultos tratan de descubrir vías de ayuda en este sentido.Otro efecto negativo, más sutil, está relacionado con la auto-identidad del aprendiente.

    Los niños más jóvenes derivan su auto-identidad, en gran medida, de los “elementos referentes externos” más próximos –quienes son sus padres, hermanos y otros familiares, donde viven, religión y escuelas a las que acuden, etc. Conforme maduran ellos mismos se definen progresivamente en función de las experiencias que van teniendo. Para los niños la experiencia es algo que les sucede, mientras que para los adultos la experiencia es quienes son ellos (la experiencia genera ser). La implicación de este hecho en la educación de adultos es que en cualquier situación en la que las experiencias de los participantes sean ignoradas o infravaloradas, los adultos lo percibirán no sólo como un rechazo a su experiencia sino, además, como un rechazo a su persona.

  4. Disposición para aprender. Los adultos están preparados para aprender aquellas cosas que necesitan aprender y ser capaces de hacer para enfrentarse con efectividad a las situaciones de su vida real. Una fuente especialmente rica de disposición para aprender lo constituyen las tareas de desarrollo asociadas con progresar desde la posición actual a la superior inmediata.

    Por ejemplo, un empleado de base o contribuidor individual no se sentirá preparado para un curso de formación en supervisión hasta que haya conseguido maestría haciendo el trabajo que deberá supervisar y haya decidido que está preparado para asumir mayor responsabilidad.No obstante, existen vías para inducir la disponibilidad a través de la exposición a modelos de desempeño superior, consultoría de carrera, ejercicios de simulación, etc.

  5. Orientación al aprendizaje. En contraste con el aprendizaje centrado en materias o contenidos de los niños y jóvenes, la orientación al aprendizaje de los adultos está centrada en su vida (sus tareas o problemas). Los adultos están motivados para prender en la medida en que ellos perciben que el aprendizaje les ayudará a realizar tareas o a tratar los problemas a los que se enfrentan en sus situaciones vitales.

  6. Motivación. Los adultos responden a algunos motivadores externos (mejor puesto de trabajo, promoción, mayor salario, etc.) pero los motivadores más potentes son las presiones o aspiraciones internas (mayor satisfacción profesional, auto-estima, calidad de vida, etc.). Tough (1.979) halló en su investigación que todos los adultos normales están motivados para mantener su crecimiento y desarrollo, aunque esta motivación se bloquea frecuentemente debido a los obstáculos que representan, por ejemplo, un auto-concepto negativo como estudiante, carencia de oportunidades o recursos, programas que violan los principios de aprendizaje adulto, etc.

Es interesante resaltar que el número de supuestos ha crecido de cuatro a seis durante los años. Originalmente la Andragogía establecía sólo cuatro (del 2º al 5º). El 6º y el 1º fueron añadidos en 1.984 y 1.990 respectivamente.

Capítulo 2 de 3

Jaime Bacás

Jaime Bacás

Socio de Atesora Group

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