Escribo este artículo a mediados de diciembre de 2016. Como quiera que las navidades ya están próximas, el fin de año es una realidad inminente, y tradicionalmente ésta suele ser una época de buenos propósitos, me ha parecido conveniente dedicar estas líneas de Talento a hacer una revisión sobre lo que me ha acontecido en el año que pronto acabará. No en vano San Francisco Javier, el más universal de los navarros, decía aquello de que:
“La ciencia más acabada
es que el hombre en gracia acabe,
pues al fin de la jornada,
aquél que se salva, sabe,
y el que no, no sabe nada.”
Así que, con un propósito más mundano que el del famoso Santo, y armado de tablet, lápiz y papel, me dispongo a recuperar desde los sótanos de mi memoria aquellos episodios del año que me han generado un aprendizaje más llamativo, singular y movilizador, con objeto de compartirlos con vosotros.
¡Manos a la obra!
(1 hora más tarde…)
Después de darle bastante al coco, pescando en mi memoria escenas de todo tipo y condición, me he decidido por tres aprendizajes concretos tras una labor de filtrado. Cada uno de ellos está basado en una anécdota o una vivencia personal -que os contaré brevemente para darle contexto-, tiene una explicación o desarrollo y una moraleja. Y, para ser más original, será ésta la que encabece cada aprendizaje. Vamos allá.
1- DA IGUAL TU INTENCIÓN A LA HORA DE AYUDAR A ALGUIEN. SI ESE ALGUIEN NO QUIERE TU AYUDA, SE SENTIRÁ AGREDIDO POR TI Y SE DEFENDERÁ.
Aprendí esta amarga lección a principios de año, en un contexto empresarial, y tuvo lugar en uno de los muchos encuentros que facilitamos para una importante empresa cliente, en los que se dieron cita varios centenares de personas de toda la geografía nacional. Ante la inminente entrada de un nuevo sistema de gestión, unida a la sustitución del CEO de la empresa en España, se consideró oportuno que un responsable de RRHH visitase cada una de las sedes acompañado de un coach profesional, labor que asumí personalmente en la mayor parte de los casos. El objetivo de tales encuentros no era únicamente dar a conocer las novedades, sino dar voz y voto a todo el personal de la empresa para que sus aportaciones pudieran nutrir y modelar en parte el nuevo sistema de gestión. Y ésa era mi labor, una vez terminada la presentación del responsable de la empresa: hacer preguntas, generar un debate, escuchar las reflexiones de los participantes, ordenarlas coherentemente y unificarlas con las del resto de encuentros. En una palabra: AYUDAR; ayudar a mejorar, a crecer, a ventilar, a sanear.
La inmensa mayoría de los encuentros fue razonablemente bien. Es cierto que este tipo de cambios estructurales suele generar ruido en el personal de las empresas, que tienden a preferir lo malo conocido a lo bueno por conocer; pero, salvo alguna opinión estridente o alguna intervención fuera de lugar, lo cierto es que no tuve problemas significativos más allá de los previstos.
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