En toda relación de mentoring, la magia del proceso se plasma en los diálogos que se establecen entre mentor y mentee. Es en ese espacio conversacional en dónde se generan los insigths necesarios para estimular el desarrollo profesional y personal del mentee, siempre desde la facilitación, guía y acompañamiento que proporciona su mentor. Sin embargo, desde nuestra experiencia, a pesar de que tanto mentores como mentees dispongan de un entrenamiento inicial adecuado, comprendan los objetivos generales del programa y aporten el necesario entusiasmo para que la relación fluya, no es infrecuente que en los primeros encuentros aparezca un característico miedo a no saber sobre qué conversar, un miedo al vacío conversacional -como dirían en Historia del Arte al “Horror Vacui”- semejante al que experimentaría una pareja en su primera cita, miedo que se traduce muchas veces en pensamientos y dudas que pueden lastrar la efectividad del proceso.
Cuestiones habituales que se suelen plantear son:
- ¿De qué deberíamos concretamente hablar?,
- ¿En qué tenemos prioritariamente que enfocarnos?,
- ¿Aportará esto algún valor a mi mentee, le está sirviendo para algo?
- ¿Tiene sentido lo que estamos haciendo, o esto es un mero trámite…?
Estos y otros pensamientos, son perfectamente legítimos y comprensibles, teniendo en cuenta que tanto mentores como mentees se han embarcado en un viaje que sin duda les va a sacar de su zona de confort. Y esto es así porque la mayoría de las conversaciones a las que están acostumbrados en un contexto laboral típico, no buscan en sí mismo desarrollar o provocar aprendizajes (algo por otro lado que sería muy útil), sino transmitir la información necesaria para poder coordinar acciones a la hora de afrontar su trabajo. Habilidades como la capacidad de reflexionar acerca de su día a día, extraer aprendizajes y convertirlos en acciones significativas que redunden en su propio desarrollo, son “lujos” que en su frenético día a día no suelen permitirse y es lógico que cuando algo versa principalmente sobre esa capacidad para capitalizar su experiencia, se sientan inseguros en su desempeño y ejecución.
Las primeras sesiones entre mentor y mentee son críticas al generar el contexto y sentar el tono en el que se va a desenvolver el resto del proceso. De su efectividad, dependerá el grado de compromiso e implicación que se establezca para con el proceso. Es por tanto, un momento especialmente vulnerable en la relación y en el que solemos proponer el ofrecer el debido acompañamiento (principalmente a mentores) para dialogar acerca de sus dudas y/o temores y ofrecerles mentorización sobre su propio estilo de mentorizar. A esto le llamamos asentar nuestra Identidad de Rol.
A pesar de que cada relación entre mentor y mentee es única, hay una serie de temas y/o tópicos que por su recurrencia e importancia suelen constituir el core de muchos de los procesos, al menos en las primeras conversaciones. Su trascendencia descansa en su universalidad, es por ello que hemos recogido un listado de temas que tanto mentores como mentees pueden utilizar para “romper el hielo” y abordar estas cuestiones en las primeras conversaciones (sin perjuicio de los objetivos formales que se puedan haber establecido).
A continuación, ofreceremos un listado de temas y de posibles preguntas que consideramos que pueden ser de utilidad para ser utilizadas como recurso a la hora de dirigir y enfocar una conversación de mentoring. Los diferentes enfoques que vamos a presentar ofrecen ideas de preguntas y/o consejos que el mentor puede utilizar (también podría emplearlo un coach), pero no pretenden ser un protocolo o guía de actuación, sino un punto de partida para estimular el pensamiento sobre los diferentes tópicos.
Enfoques para el liderazgo y/o habilidades de management en mentoring
Enfoques para la Conversación de Gestión del Cambio en mentoring