No acomplejarse nunca, competir hoy para ganar mañana, modelar a los mejores, haz más con menos, arrímate a los que te ponen las pilas y olvida tus errores en cinco minutos.
Estas son las seis reflexiones que ya tengo tatuadas en mi memoria como anclajes emocionales que me marcarán el camino del éxito para todo aquello que me proponga en la vida.
Todavía sonrío cuando lo recuerdo: ¿Pero quién te manda a ti hacer eso…?. ¿Pero qué necesidad hay…? ¿Tú sabes dónde te metes? ¿Has olvidado tu edad? ¿Has pensado en toda la responsabilidad que tienes y lo que pones en riesgo?
Estas y otras muchas preguntas me hicieron cuando seis meses antes de la carrera comentaba con amigos, clientes y conocidos lo que me disponía a hacer. Ocasiones en las que venía a mi cabeza alguna de las reflexiones que Pablo Neruda hizo en su lectura “Muere Lentamente”: “Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones, justamente estas que regresan el brillo a los ojos, el que no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida, huir de los consejos sensatos”.
Los comentarios que me hacían tan sólo eran consejos sensatos desde el cariño pero yo quería huir de ellos para sentir y vivir otra experiencia.
Sabía muy bien que más que un desafío deportivo y una nueva oportunidad para probar mis límites físicos se trataba de un viaje vital que me ayudaría a comprender mejor, si llegaba a buen término, el camino del éxito.
Más de seiscientos kilómetros a través de dunas de arena y pistas interminables me esperaban junto a un molesto viento y temperaturas rondando los cuarenta grados como aliados de la dureza del recorrido.
Más de seiscientos kilómetros para disfrutar, sufrir, pensar y comprender, si era capaz de ir pasando etapa a etapa dentro de los tiempos marcados por la organización de la carrera.
En las siguientes líneas quiero compartir con vosotros una parte de mi experiencia y alguno de los aprendizajes que de allí me traje como equipaje de vida.
PRIMER APRENDIZAJE: “NO ACOMPLEJARSE NUNCA”
Etapa 1: Maadid-Erg Chebbi. 105 kms. 1062+. Primer contacto con el desierto.
Cuando el día del traslado a las cinco de la mañana me di encuentro, junto a mis compañeros del Equipo Troyanos, con los participantes que salíamos de Madrid, aquella gente me pareció “normal”, más allá de la obsesión que percibía por hablar de bicicletas, recorridos y pruebas ciclistas. Los encuentros y reencuentros que se producían eran los propios de personas que comparten una afición y se disponen a vivir una aventura.
Al día siguiente, es decir, en la mañana que arrancaba la prueba, la impresión que tuve fue muy distinta. Buena parte de los más de 450 participantes, de los que tan solo 26 eran chicas, exhibían cuerpos moldeados por muchas horas de entrenamiento en gimnasio, piernas depiladas para favorecer el trabajo de los masajistas y llamativos tatuajes en piernas y brazos. Prácticamente todos ellos ataviados con ropa de calidad de las mejores marcas y bicicletas a juego con el resto de su equipación, es decir, máquinas de alta competición en las que cada uno habría invertido entre siete y diez mil euros.
Caminaban con cierta parsimonia, pero su pose no terminaba de esconder el flujo de adrenalina extra que inundaba sus venas esa mañana.
Fueron momentos de mucha inquietud para mi. Momentos en los que me acordé de todos los “consejos sensatos” que me había dado la gente que me quería. “¿Qué pinto yo aquí?”, me dije. Con mis casi sesenta años, cero horas de gimnasio y piernas velludas…. “¿Quién me mandó venir aquí?”. Honestamente sentí un momento de flaqueza aunque no dejé que se apoderara de mi, tan solo me rondó. Sabía que mi habilidad para resignificar lo que allí me pasara iba a ser una excelente herramienta a mi disposición. Aquellas sensaciones las vivía como un síntoma de la responsabilidad que había asumido al inscribirme en aquella prueba, y me dejó muy tranquilo volver a recordarme que yo no llegaba allí con la intención de hacer pódium sino que mis pretensiones tan solo pasaban por acabar la carrera dentro de los límites de tiempo fijados.
Poco antes de las ocho de la mañana, hora en la que cada día se daba la salida de la etapa, me coloqué en el cajón de salida junto a Jon y Alejandro, mis inseparables compañeros de aventura. También lo eran de jaima, que estaban preparadas para acoger a tres participantes cada una. Música atronadora para excitar los ánimos y…, 3,2,1, ¡¡¡salida!!!!. “¡¡¡Allá vamos!!!”, me dije, y nada más comenzar a pedalear, buena parte de los participantes que en el cajón de salida se habían situado detrás mía empezaron a pasarme por la derecha y por la izquierda con tal ímpetu que hasta me pareció tener la sensación de que alguno me saltaba por encima de la cabeza. Aparecieron los primeros bancos de arena que nos hicieron descabalgar y dificultaban las posibilidades de marchar sobre la bicicleta, viento en contra y piernas mojadas hasta la rodilla por el paso del único río con agua que vimos durante toda la semana a los veinte minutos de empezar la carrera. Así las cosas se me pasó por la cabeza…: “…y todavía quedan 100 kilómetros de desierto”.
Lejos de dejarme atrapar por el desánimo, aquella situación espoleó mi actitud para pedalear con más ahínco y determinación, y no transcurrieron muchos kilómetros antes de ver como alcanzaba y adelantábamos a un nutrido grupo de corredores, alguno de los cuales recordaba por los colores de su maillot que había sido de los que al salir nos habían sobrepasado. Viendo sus caras de agotamiento me dije : “esto no es como empieza, sino como acaba”.
Con frecuencia, muchos directivos a los que acompaño como coach se lamentan de los pocos recursos con los que cuentan para alcanzar sus objetivos. A veces, se comparan con otras áreas de la empresa e incluso con otras empresas con más medios. ¡No te acomplejes nunca!. En tu camino encontrarás gente más inteligente que tú y empresas con más medios que la tuya, sin embargo el camino del éxito depende de muchos más factores que de unos pocos recursos, la determinación y la persistencia entre ellos.
En mis circunstancias, viendo lo que estaba empezando a pasar tan solo a mitad de la primera etapa, me propuse analizar cuales eran esos otros factores, pero no en aquél momento, decidí hacerlo conforme fueran pasando los días. Apreté los dientes y seguí pedaleando hasta que conseguimos acabar la etapa con bastante margen dentro del tiempo límite.
Artículo completo en la Revista Talento de julio y agosto de 2017. Página 20.
SEGUNDO APRENDIZAJE: COMPETIR HOY PARA GANAR MAÑANA
TERCER APRENDIZAJE: MODELA A LOS MEJORES
CUARTO APRENDIZAJE: HAZ MÁS CON MENOS
QUINTO APRENDIZAJE: APROVECHA LOS IMPULSOS DE OTROS
SEXTO APRENDIZAJE: OLVIDA TUS ERRORES EN CINCO MINUTOS
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